Desde Apiads seguimos colaborando con diferentes entidades para que tengan en cuenta la importancia de las abejas para frenar y para estudiar el impacto del cambio climático y los contaminantes de nuestros ecosistemas..
El cambio climático, la contaminación ambiental y las transformaciones del suelo están afectando profundamente la fenología y la riqueza botánica de nuestros ecosistemas. En este sentido, las colonias de abejas son un buen bioindicador y un sistema de muestreo eficaz para evaluar el impacto de estos factores. La actividad de pecoreo de las abejas se realiza sobre multitud de flores en un área de varios kilómetros cuadrados para recoger polen y néctar. Esto equivale a un método práctico que concentra las muestras en la colmena y facilita su recogida. Por un lado, el polen es la única fuente proteica, el estudio de su biodiversidad y su contenido en principios esenciales afecta a la sanidad de la colonia de abejas. Por otro, los contaminantes presentes en estas muestras son representativos de esta área de pecorea y también inciden negativamente en el vigor de las abejas.
Las alteraciones del periodo floración conllevan que nuestras colmenas no están preparadas para la recolección ni la polinización, puesto que la población de abeja que hay en ese momento es insuficiente y se pierde la sincronización de ambos ciclos biológicos conseguida a lo largo del proceso evolutivo de la selección natural. Otra de las consecuencias de las alteraciones del periodo de floración es que se produzca una concentración y solapamiento de las floraciones en un periodo muy corto de tiempo, que imposibilita a que las colonias de abejas puedan aprovecharla y no permite la adaptación. La perdida de sincronía entre plantas y polinizadores, supone la pérdida directa de recursos y la debilidad de las colonias. De ese modo, se favorece la ruptura del normal equilibrio homeostático y se facilitan la aparición de patologías apícolas.
A través de la información obtenida de nuestros apicultores y nuestros apiarios experimentales, se puede establecer un modelo biológico que nos permita diagnosticar, prevenir y hacer predicciones extrapolables a otras zonas de interés y a otros polinizadores con biología similar a la de Apis mellifera.